Su voz adquirió un tono más profundo, mientras el acólito escuchaba con veneración y los dos soldados con creciente miedo.
- Y como esta nave se propone un fin tan diabólico, la bendición del Espíritu también la abandona.Levantó los brazos con solemnidad, y, ante un millar de televisores en toda la nave, los soldados se acobardaron cuando la augusta imagen de su sacerdote jefe dijo:
- En nombre del Espíritu Galáctico, de su profeta, Hari Seldon, y de sus intérpretes, los sagrados hombres de la Fundación, maldigo esta nave.
Que los televisores de esta nave, que son sus ojos, queden ciegos.
Que las garras, que son sus brazos, se paralicen.
Que los cohetes atómicos, que son sus puños, pierdan su fuerza.
Que los motores, que son su corazón, dejen de latir.
Que las comunicaciones, que son su voz, enmudezcan.
Que su ventilación, que es su aliento, cese.
Que sus luces, que son su alma, se desvanezcan.
En nombre del Espíritu Galáctico, así maldigo a esta nave.Y con su última palabra, al dar la medianoche, una mano, a años luz de distancia en el templo Argólida, abrió un relevador de ultraondas que, a la velocidad instantánea de las ultraondas, abrió otro en el buque insignia Wienis.
¡Y la nave murió!
Pues la principal característica de la religión de la ciencia es que actúa, y que las maldiciones como las de Aporat son mortalmente reales.
¡Y la nave murió!
Pues la principal característica de la religión de la ciencia es que actúa, y que las maldiciones como las de Aporat son mortalmente reales.